La ceremonia del té es uno de los ejes socioculturales de Japón. Para alguien ajeno a la cultura japonesa, puede resultar difícil imaginar su relevancia. Entre otras cosas, la realidad actual de la ceremonia de té difiere mucho de la función que desempeñaba un siglo atrás. Sen Sōshitsu XV[1] (1998: xxiii) lo expresa de la siguiente manera:
«Cuando me preguntan qué es una vida dedicada al té, suelo responder que es “una diversión intelectual en otro mundo”». (La traducción es mía)
Las palabras de Sen Sōshitsu XV tienen un trasfondo filosófico/religioso en el que no profundizaremos ahora. En su lugar, nos detendremos en el concepto de diversión (en inglés diversion)[2]. En la antigüedad la ceremonia del té en Japón tenía una gran relevancia como escenario cultural, social y político. En cambio, hoy en día –y desde hace bastante tiempo– la ceremonia del té es, principalmente, un pasatiempo. Ahora bien, a diferencia de otros hobbies, esta diversión pretende trascender, es decir, «desviarse» de lo mundano, pero sin abandonar lo mundano. Sen no Rikyu[3] recoge esto a la perfección en unos versos muy manidos:
«Calentar el agua,
hacer el té
y beberlo».
En efecto, la ceremonia del té japonesa se reduce, simplemente, a esas palabras, al menos, en última instancia. Con todo, esas acciones, en apariencia tan triviales, guardan una enorme significación. De hecho, la ceremonia del té condensa gran parte de la esencia antropológica de la sociedad japonesa. Aún así –y esto es algo maravilloso–, la inmanencia de la ceremonia del té le confiere una proyección universal. Sus cuatro principios fundamentales (armonía, respecto, limpieza y tranquilidad) no hacen frontera.
Para nosotros, tal vez, esto pueda resultar exagerado. En realidad, partimos de una conceptualización errónea a partir de la traducción ceremonia. El fenómeno del que estamos hablando no se limita a una ceremonia. La traducción de «ceremonia del té», que manejan tantas lenguas, es una extrema simplificación que, si acaso, solo comprende la capa más superficial de lo que deberíamos llamar chanoyu (茶の湯).
En verdad, la ceremonia del té en Japón no puede entenderse sin considerar las dos realidades de las que consta: el chanoyu y el chadō.
La ceremonia del té japonesa: chanoyu y chadō
Como decimos, referirnos a la ceremonia del té con la denominación «ceremonia» es una inexactitud. En esta entrada la venimos empleando por eficacia comunicativa.

Escena de chanoyu. Ukiyo-e de Yōshū Chikanobu (1838-1912).
El significante «ceremonia» implica la realización de un evento en un espacio físico y temporal concreto. En este sentido, sí se aproxima al concepto de chanoyu. Una acepción de chanoyu sería el procedimiento reglado para preparar el té a uno o varios invitados.
Sin embargo, la palabra «ceremonia» implica también cierta solemnidad, de la que el chanoyu puede carecer, y en muchas realizaciones así lo hace. A pesar de que el chanoyu es una reunión protocolaria –pues se regirse por preceptos–, puede tener un carácter informal, relajado e improvisado.
Por añadidura, si asumiéramos «ceremonia de té» como la designación de este «arte» japonés, ¿dónde quedaría recogido el sentido de chadō?
Diferencia entre chanoyu y chadō
La diferencia entre chanoyu (茶の湯) y chadō (茶道) es difusa. Ambos conceptos se interrelacionan y participan de los mismos fundamentos. Tanto es así que en muchas ocasiones se emplean como sinónimos. Desde esta perspectiva, chanoyu se percibe como un uso más popular que chado. No obstante, a partir de una aproximación lexicológica se pueden percibir diferencias más sustanciales.
Chanoyu está compuesto por los kanji 茶 «té» y 湯 «agua caliente». Su traducción literal sería «el agua caliente del té». Por su parte chadō consta de los kanji 茶 «té» y 道 «camino». En español podríamos decir «el camino del té».
De este manera, podemos establecer dos planos generales: uno material y concreto dentro de la esfera espaciotemporal (chanoyu), y otro doctrinal, espiritual y estético, incluso filosófico, con base en la cotidianidad de la vida (chadō). Pese a la clasificación, no podemos separar el uno del otro, sino que debemos entenderlos como un todo.

Detalle de matcha preparado como usucha en un bonryaku.
El agua caliente indica el momento preciso para preparar el té y, a continuación, beberlo. Representa el espacio de tiempo en el que anfitrión e invitado(s) se reúnen para disfrutar del té y de la compañía mutua. Alude a la ejecución del procedimiento, a la elección de los utensilios, a la preparación del arreglo floral, a la disposición del resto de la decoración… Y, así, a medida que nos alejamos de ese instante específico, nos adentramos en los principios protocolarios, estéticos, socioculturales y conceptuales que constituyen la práctica. Finalmente, estos pueden llegar a regir el día a día de una persona en lo que se refiere, por ejemplo, a la armonía, el respecto, la pureza y la tranquilidad de sus actos y sus pensamientos; la elegancia de sus movimientos, la sensibilidad de su gusto, etc.
En definitiva, el camino del té entraña el aprendizaje de toda una vida. En cambio, cada realización del arte del preparar una taza de té es puntual e irrepetible y, quizá, sea la manifestación última del chadō, pero no la única.
Un último apunte fonético y gráfico: ¿sadō o chadō?
Finalmente, a la cuestión terminológica que hemos tratado hay añadirle un problema de transcripción: 茶道 se viene trasladando al alfabeto latino como sadō o chadō. Para no perdernos en disquisiciones fonéticas, zanjaremos la controversia de la siguiente manera:
Desde la perspectiva de la pronunciación, en general, un japonés articularía [sadó:↓] (véase, por ejemplo, aquí). Sin embargo, se ha extendido la transcripción de chadō, sobre todo fuera de Japón, por motivos de claridad etimológica, puesto que la lectura cha – ちゃ del kanji 茶 «té» predomina entre los términos relacionados con este ámbito: お茶 (ocha – おちゃ) «té», 茶葉 (chaba – ちゃば) «hoja de té», 茶碗 (chawan – ちゃわん) «taza de té», 抹茶 (matcha – まっちゃ) «té molido» o 煎茶 (sencha -せんちゃ) «té vaporizado», entre otros muchos ejemplos, como veremos en sucesivas entradas.
Además, en el entorno hispanohablante es preferible esta opción porque, aunque sadō sea más apropiada, chadō elude la homonimia con sado, apócope de sadomasoquismo.
Últimas consideraciones sobre la «ceremonia del té»
Sería imposible trata la magnitud de la ceremonia del té en una sola entrada. Es más, el chadō es el camino de toda una vida. Aprender (sin aprehender) la secuencia de movimientos y diálogos que se aplican en los temae (手前) es algo vacuo.
Los temae son los procedimientos o «ceremonias» para preparar el té. En una escuela o corriente de Chanoyu hay decenas de temae diferentes. Si las multiplicáramos por las distintas escuelas que existen, hablaríamos de centenares de temae. Y eso solo en una época determina, pues a lo largo de los años las escuelas han introducido nuevas temae o llevan a cabo ligeras modificaciones.
En el fondo, estas diferencias entre las escuelas son, más bien, superficiales. La mayoría de escuelas, al menos las san-Senke[4], participan de los mismos principios, por tanto, las divergencias en las temae debería ser un asunto de poca importancia.
En consecuencia, no basta con saber cuándo y cómo inclinarse, hasta qué altura levantar el fukusa[5] o dónde colocar el natsume[6]. Intervienen la práctica de otras artes, el desarrollo de sensibilidades y aptitudes, la adquisición de diversos conocimientos, la aplicación de determinadas máximas, etc. Y, aún así, la memorística vacía, sin corazón, no es nada. Sobre este principio, los versos de Hamamoto Sōshun, una gran maestra de té del siglo XX, son muy ilustrativos (Hirota, 1995: 318):
«Chanoyu
debería hacer con el corazón
no con las manos.
Hazlo sin hacerlo,
en la tranquilidad de tu mente». (La traducción es mía)
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Notas
[1] Sen Sōshitsu XV, cuyo nombre de nacimieno es Hansō Sōshitsu (1923), fue el decimoquinto cabeza de familia o iemoto de la escuela Urasenke de chadō.
[2] En inglés, al menos en el inglés británico, diversion es mucho más ilustrativo, pues aún conserva el siginificado figurado de «entretenimiento» y el etimológico de «desvío» o «desviación».
[3] Sen no Rikyū (1522-1591) fue una figura clave –quizá la más importante– en la configuración del chadō y del chanoyu tal y como los conocemos hoy en día. Aunque el chanoyu ya existían antes de Rikyū, este introdujo innovaciones estéticas y filosóficas fundamentales y aún vigentes en la actualidad.
[4] San-Senke (三千家) es la denominación que reciben las tres (三, san) escuelas de té de la familia Sen (千家): la Urasenke (裏千家), la Omotesenke (表千家) y la Mushakōjisenke (武者小路千家).
[5] El fukusa es uno de los utensilios (dōgu) empleado durante el chanoyu. Se trata de un pañueo de seda con el que se limpia/purifica el contenedor del té (natsume o chaire), el tazón (chawan), la cuchara (chasaku) y la taza del recipiente de agua fría (mizusashi) en ciertas ocasiones. También se emplea en algunos casos para protegerse del calor al retirar la tapa del hervidor (kama) o para exponer algunos utensilios a los invitados.
[6] El natsume es otro de los utensilios empleados durante el chanoyu. Es una pequeño recipiente, generalmente de madera lacada, en el que se guarda el matcha a lo largo de la temae. En general, se emplea cuando el matcha se prepara como usucha, frente al chaire, un utensilio diferente pero con la misma función, que se usa cuando el matcha se prepara como koicha.
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Bibliografía
Sen Sōshitsu XV (1998): The Japanese way of tea: from its origins in China to Sen Rikyū. Translated by V. Dixon Morris. Honolulu: University of Hawai’i Press.
Hirota, Dennis (1995): The Wind in the Pines: Classic Writings of the Way of Tea as a Buddhist Path. Fremont: Asian Humanities Press.